Entre Ucrania, Polonia y Eslovaquia, en la frontera con la Unión Europa, se eleva el pueblo de Stuzhytsia ("lugar frío" en ucraniano). En este territorio detenido en el tiempo, del cual los jóvenes huyen rápidamente en busca de un futuro promisorio, tres entrañables mujeres -una granjera, una empleada de la oficina de correo y una bióloga que trabaja en un parque nacional- pasan sus días y reflexionan sobre el paso del tiempo, la soledad y sus sueños. Lo que a priori estaba predestinado a ser un documental observacional se deconstruye vertiginosamente gracias al espíritu comunitario de los vecinos, que cautiva al cineasta y lo convierte en un personaje más de este retrato. En la primera película del realizador ucraniano Maksym Melnyk, quien se desempeñó como periodista antes de incursionar en el cine, la trama será simplemente el punto de partida para un trabajo meticuloso, sereno, como cada uno de los planos que lo conforman, con una cámara que abraza a las protagonistas para no invadir su intimidad y, en definitiva, contagiarse de su desbordante humanidad.